Mi primera pregunta es: ¿A quién se le ocurrió utilizar una aguja para aliviar dolor? La respuesta, como en muchas otras ocasiones, el azar. Mientras que se estaba investigando la eficacia de diferentes medicamentos en infiltraciones se obtuvo una maravillosa respuesta, la aguja en sí misma es capaz de disminuir los síntomas de dolor. Este complicado proceso requiere de los sistemas descendentes de modulación del dolor que dependen de nuestro sistema nervioso central y de los efectos locales de regeneración.
Como en otras técnicas invasivas, utilizamos una aguja buscando el PG (punto gatillo) provocando la activación de los procesos de reparación intrínsecos de nuestro cuerpo y eliminando el circuito patológico neuromuscular de activación. Vayamos por partes 🙂
Para entender bien todo esto, os explico qué son y cómo se producen los PG. Los puntos gatillo en el sistema muscular se producen de forma habitual debido a movimientos bruscos o repetitivos. Estos dos estímulos generan una activación y si el sistema neuromuscular entra en una activación patológica mantenida de las alfa-motoneuronas pueden llegar a formarse los PG. Esta contracción mantenida con su acumulación de fibras, impide la normal circulación disminuyendo el flujo y favoreciendo un proceso de isquemia celular. La isquemia ocasiona, entre otras cosas, que a la célula le falten nutrientes y se acumulen sustancias basura, que de mantenerse en el tiempo el tejido puede llegar a fibrosarse y cronificarse.
Al introducir la aguja en el PG inhibimos de forma rápida y efectiva este proceso patológico, generando un input (estímulo) sobre el sistema neuromuscular, desactivando la sobreactivación de las alfa-motoneuronas que son las neuronas que están manteniendo una tensión muscular innecesaria.
Con la aplicación correcta de la técnica, de forma instantánea se consigue la normalización del proceso patológico mejorando la sintomatología y el movimiento del paciente. También hay que decir que esta técnica en algunos casos puede dejar sensación de resentimiento leve similar a las agujetas. Estas sensaciones se corresponden a una acidificación del PH al notar el cuerpo una intrusión a través de la piel, que con el movimiento y un poco de tiempo desaparece.
No es una panacea, es una técnica muy eficaz para tratar los PG pero no sirve para todo. Hay que saber en qué momento se precisa aplicar y tener una buena realización. Para mejorar la precisión y alcanzar el tejido diana en la clínica nos guiamos del ecógrafo. De esta manera vemos en tiempo real los tejidos y cómo vamos introduciendo la aguja en el cuerpo.
Antes de utilizar la punción seca, es muy efectivo aumentar la circulación de la zona con terapia manual u otras técnicas y posteriormente a su realización, estirar suave ayuda a aumentar su efectividad.
Sin duda es una técnica que tiene sus detractores, sobre todo a nivel psicológico por el miedo que podemos tener a una aguja. Hay que decir que la aguja que habitualmente utilizamos es entre 7 y 10 veces más fina que una aguja de inyectar. Otra característica importante es que al ser tan fina su punta es roma y no precisa de bisel que corte el tejido, por lo que la afectación al ir atravesando capas del cuerpo es mínima.
Quitando ese aspecto psicológico y con unas condiciones de higiene correctas, la punción seca es una técnica altamente efectiva y segura para lograr disminuir la afectación de dolores músculo-esqueléticos que de forma tan frecuente lastran nuestra calidad de vida.
Para más información estoy encantado de que me preguntes.